Sandra Melgarejo. Madrid
Rosario Luquín, coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología, y Jaime Kulisevsky, jefe de la Sección de Trastornos del Movimiento y director de Investigación del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, son los coordinadores del Consenso Español de Párkinson Avanzado, una iniciativa promovida por Abbott que “intentará definir exactamente qué se entiende por enfermedad de Parkinson avanzada”, comenta Luquín a Publicación Médica de Neurología.
Rosario Luquín.
|
Junto a ellos colabora un grupo de expertos en enfermedad de Parkinson formado por Pablo Mir, Elena Lezcano, Alfonso Castro, José Matías Arbelo, Francesc Valldeoriola, Rosa Yáñez, Víctor Puente, Irene Martínez, Juan Andrés Burguera, Juan Carlos Martínez Castrillo y Pedro García Ruiz. Este grupo se ha reunido recientemente en Madrid para hacer una primera presentación de conclusiones, con las que se comenzará a redactar el documento final, que se prevé que esté listo a finales de este año.
La coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento detalla que el objetivo es “saber qué manifestaciones clínicas tiene el párkinson avanzado; cómo definir al paciente; cuáles son los factores de riesgo que hacen que una enfermedad de Parkinson pueda evolucionar a una fase avanzada; qué escalas permiten medir los síntomas motores y no motores de la enfermedad; y cuál es el tratamiento (hay tres terapias básicas: las infusiones de apomorfina por vía subcutánea, el tratamiento con duodopa y la cirugía)”.
Según Luquín, “cada neurólogo entiende lo que es la enfermedad de Parkinson avanzada de forma diferente”. “Hay gente que considera que el párkinson avanzado es el de una persona que lleva muchos años con la enfermedad, pero un paciente puede llegar a una situación de párkinson avanzado en muy poco tiempo”, explica.
En este sentido, detalla algunos criterios que definen la enfermedad de Parkinson avanzada: “desde el punto de vista motor, son pacientes que tienen síntomas que ya no se controlan con la medicación y que, desde el punto de vista no motor, tienen deterioro cognitivo. Así, cuando una persona cumpla los criterios que definen a este fenotipo, podremos ponerle la etiqueta de enfermedad de Parkinson avanzada”.
La neuróloga afirma que el consenso será positivo para los pacientes porque “se podrán beneficiar de las terapias que hay para ellos de una forma más temprana”. Además, asegura que para la comunidad científica es “muy importante porque, cuando hablemos de enfermedad de Parkinson avanzada, todos estaremos hablando de lo mismo”.
|